Me gustaría estampar el mar de emociones que se viven en cada visita, sobre todo en los basurales; una realidad tan cruda y desesperante. A la vez, esa energía que se llama esperanza, saber que podemos hacer algo y que estamos haciedo algo.

Los niños del mercado de Esmeraldas, ya no llegan de madrugada para ayudar a sus padres. La aociaciòn de comerciantes de este mercado es cheverìsima. Son muy organizados y tienen un empuje "bestia".
Al lado, fotos de una reunión con los recicladores del basural de Esmeraldas, donde improvisamos una sala de reuniones con los escombros que encontrábamos en la basura.
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