El sábado todas las energías estaban en preparar la ida al concierto. Cada uno se despertó a horarios diferentes e hicimos lo mismo, pero no juntos. Teníamos que conocer los hitos de la ciudad… la Plaza de Cinco Esquinas, Parque Bicentenario, La Catedral, Plaza de las Iguanas, Cerro de las Peñas y el Malecón. Nos juntamos todos para sacarnos las típicas fotos con las iguanas y fuimos a comer al malecón…para luego llegar muy temprano, quizás demasiado…a hacer la cola para entrar al estadio Alberto Spencer.
4:30 haciendo la cola. 5:00 adentro del estadio. 6:00 todos corriendo en nuestro sector porque algún desatinado se le ocurrió molestar a unas dulces abejas que descansaban en su panal. Miles de picados y todos prendiendo o fumando lo que encontraran. Lo más chistoso es que los chapas sellaron la escena del crimen con una de esas típicas cintas amarillas de serie americana y las abejas obedientemente hicieron caso y no molestaron más. El resto de la espera…cada uno la paso como pudo, durmiendo, jugando celular, conversando…etc. Soda se demoro una hora más de lo previsto en salir por problemas técnicos, pero después lo remedió con un gran concierto. 2 ½ horas de las canciones más conocidas. Después del concierto hicimos un paseo buscando comida de la acera, de vuelta al gran Bar de Kike, una pequeña estancia en Barricaña y luego nuevamente a las Peñas.
El domingo fue un día casero…pero el más desordenado. En la casa de los chicos habitan un sin fin de nacionalidades y todos juntos parecíamos la Asamblea General de las Naciones Unidas. Seis chilenos, dos ecuatorianos, una madrilista, dos catalanas y una holandesa.
Desorden total con esta mezcla…dejemos que las fotos hablen por si mismas. Pero antes aprovechamos de dar las gracias a los dueños de casa y todos los amigos con que compartimos esos días. Andrea, Barbara, Italo, Ana, Andrea españolisima, Nacho, Pancho y Francisco –los pelucones- de Sigvol, Dani, Roberto y Vero.
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